sábado, 5 de julio de 2014

El poeta inextinguible



Un sorprendente hallazgo, el poema Temporal, nos pone en pie de celebración muy poco antes de que Nicanor Parra cumpla 100 años.
FUE el poeta Adán Méndez quien por pura casualidad dio con Temporal, el magnífico poema de Nicanor Parra que estuvo perdido por 25 años.Revisaba Méndez unos casetes en los que el antipoeta conversaba con René de Costa, cuando, caramba, surgió la voz de Parra declamando no una, sino dos veces, el texto completo de una obra que se suponía extraviada. Los versos correspondían a Temporal, poema extenso que, entre otras cosas, habla de las inundaciones que afectaron a la ciudad de Santiago en 1987 y que, visto en perspectiva, establece una especie de preámbulo a la portentosa voz que Parra estrenaría en sus Discursos de sobremesa, libro publicado en 2006 (los textos allí contenidos están fechados entre 1991 y 1997).
Es precisamente la variedad de voces que confluyen en Temporal la que le da a este libro el carácter de único. Aquí, hasta el río Mapocho tiene algo que decirle al lector. Tras declarar que es “turbio por fuera pero cristalino por dentro”, el Mapocho concluye que “por enormes que sean las ofensas / Acepto la basura / Toda la ñoña de la población en silencio / De cuando en vez eso sí / Me disfrazo de río caudaloso / Para asustar a los asustadizos / Entonces es el rechinar de dientes / En mi sagrado derecho que estoy me parece / De reclamar lo que siempre fue mío / ¿O no, dicen ustedes?”.
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Aquellos lectores que por razones de edad no tengan mayores referencias del terrible invierno santiaguino de 1987, encontrarán en este libro algunas de las claves no tan sólo de la cruenta estación, sino que de toda una época que llegaba a su fin. Quienes, por el contrario, aún conservan frescos en la memoria los sucesos de aquel año infausto, sabrán apreciar el tremendo valor documental del poema. La memoria, la memoria colectiva, se ve remecida con estos versos, y es por eso que uno llega a pensar que tal vez fue para mejor que Temporaldesapareciese por algunas décadas y reflotara hoy.Pocas veces un texto poético había conseguido dar ecos testimoniales con igual profundidad, acierto y humor.
En un poema titulado Urgentemente se necesita, el hablante requiere “Alimentos no perecibles / Hechos además de palabras”. Luego, en No culpemos a nadie, el que escribe alude precisamente a lo contrario: “Alguien que hizo todo de la nada / Quiere que ocurran estas tonteras”. Más adelante, en Miren, surge una imagen memorable: “Nunca se había visto nada igual / Una avioneta amarrada a un sauce / Para que no la arrastre la corriente”. Temporal concluye con Opiniones del hombre de la calle, una serie de 21 alocuciones en las que Parra, efectivamente, logra uno de sus más ambiciosos objetivos, el de convertirse en “la voz de la tribu”. En una de ellas se insta a lo siguiente: “Hagamos una vaca / Para ayudar a los damnificados / Que Don Francisco se haga cargo del muerto”.
Como cabía esperar de un cuadro de época completo, el trasfondo político no está ausente de los versos de Temporal. Además de varias alusiones a aquellos gobernadores coloniales que consiguieron detener la furia del Mapocho, alusiones que en ocasiones sirven de contrapunto con el actuar del gobierno del momento, las pullas a la actualidad de 1987 (el fin de la dictadura) son notorias: “Derrotaremos a la naturaleza / Tal como derrotamos a los marxistas”. Y en un poema titulado No se dejen engrupir por los comunistas, la ironía es lancinante: “Ustedes saben que esos son capaces / De aprovecharse del dolor ajeno / Para sacar dividendos políticos / El gobierno verá lo que se hace / Por el momento calma y buena letra”.
La oportuna publicación de Temporal, un poco antes de que Nicanor Parra cumpla 100 años de edad, puede llevarnos a pensar que entre todas las celebraciones que lo homenajearán como corresponde, el antipoeta se las arregló, una vez más, para darle un giro sorprendente al asunto: somos nosotros, sus lectores, los que hemos recibido el regalazo.

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