La señora Totó tampoco es la patrona ideal.
A la Elena la enfermó de los nervios.
Una esta haciendo una cosa y la manda a otra.
A Raúl lo tenía encerando y lo mando a lavar unas cortinas.
El maestro gásfiter estaba poniéndole un lavaplatos
y lo mandó a hacer una cama.
Por eso la gente no quiere trabajar con ella.
Y tampoco le gusta pagar
("La patrona ideal", Hojas de Parra,
Santiago, Editorial Ganymedes, 1985, p. 121).
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