Dedico estas postales o lo que fueren de NicanorParra -obra de la mala fe y de la inocencia colectivas-, con o sin el beneplácito de su auctor, a quienes las adquieran por razones de curiosidad, sin que el precio subido de las mismas agrave el delito de su lectura. Como es sabido, gracias a la recesión, el dinero en manos del sector privado ha aumentado en forma importante. Pero no se eximen de esta Dedicatoria quienes reciban las postales gratuitamente, en su totalidad o por unidades, como consta en el capítulo de culpas. Mención negativa especial merecen quienes, forzando los términos, invocarían una suerte de Derecho de Gratuidad, leyendo ostentosamente a Parra en las librerías como si éstas fueran bibliotecas. Cabe recordar que el sistema ofrece sólo al comprante el privilegio de abandonar, con las manos vacías, los locales de venta.
Tampoco sería bueno que nos hiciéramos reos de Exceptuación y declináramos la responsabilidad de la presente Dedicatoria quienes nos hemos visto envueltos, por parte de don Parra, en producción y puesta en el mercado de esta Caja de Pandorra: Un grano no hace granero, pero ayuda a su compañero, como dice el diccionario para no ir más lejos.
Por Decreto de esta Dedicatoria, que se hace extensivo al fabricante de la caja, todo sujeto de la lectura de estas postales debe desactivarlas, cada dos días, en el cuartel de policía más cercano a su domicilio sin que sea válido el argumento de que la desactivación las haría desaparecer.
En cuanto a los receptores clandestinos, por sus estallidos de risa los conoceréis.
Decreto de mandibulosis galopante para los estallados de la risa que preabunda en boca de los capirotes, por inducción magnética. Y un premio, en cambio, a la sonrisa postal menos ofensiva del año: Un beso con lengua de lo Absoluto.
La mandíbula batiente de aquellos a quienes uno le da la mano y le toman a uno la mano y su labor de zapa atenta contra la seriedad transicional de la sonrisa a la risa, so pretexto de que los tontos graves bloquean la idea misma del proceso y alimentan un clima de indefinición.
No es de extrañar, entonces, que desarticulemos la mandíbula y aplastemos, provisionalmente, la mano de los capirotes, en tanto que la prudencia aconseja desactivar a los tontos graves por centésimas o milésimas de grado, de modo que no reparen en ello.
En suma, una Gran Risotada se impone por sí misma, como asimismo la necesidad de que no estalle parra sí misma. Hay que abstraerla en el Bien Común, pues más vale prevenir que curar.
Propongo que, en virtud de esta Dedicatoria, se invista al humor de personalidad jurídica y se proceda concentrarlo en un solo humorista legalmente responsable de sus ocurrencias. Alguien con quien no me pueda enjuagar la boca, como se dice en el Trópico.
El acápite antedicho de esta Dedicatoria queda sin efecto por estúpido. Que todo el mundo se cague de la risa, fertilizando la Provincia Señalada con sus hilarantes excreciones.
Es más, conmino a los cagados de la risa a que se limpien el trasero con las partículas de esta Dedicatoria que delaten alguna incoherencia, haciendo de las otras partículas un íntimo regocijo y un monumento público a la claridad meridiana.
Dedico, en fin, esta dedicatoria al autor de la caja de parras -tarjetero de exabruptos- de cuya circulación me honro a punto tal por las cualidades que suman y siguen:
Al hombre de pro y de contra, del Yin y el Yan, del Fa y el Fu, de la dialéctica del tercero incluido, patafísico, surreachilista y ecólogo natural. Un abrazo de hierro.
Al señor mecánico racional y premio Nacional de Literatura, poeta de circo y de salón, Nerrudiano, antipoeta y no mago (Los dedicantes vuelan cantando la canción tricolor sobre el techo del dedicado).
Al creyente de Mañana por cuya conversión a largo o eterno plazo apostamos una sotana de buen corte y mejor confección y una carabina para matar pajaritos. Se le excusa, por ahora, el que confunda la cruz con un molino de viento, una bicicleta o una mujer con las piernas abiertas (Los dedicantes siguen cantando tricolormente, esta vez en el ábside).
Al con par don Nicanor, hermano y padre espiritual de Violeta Parra como le consta a cualquiera que esto escriba, por ejemplo yo, que la conocí cuando cantaba en la radio canciones mexicanas, ni violeta aún, ni parra todavía, pero ya a punto de que le cayera la chaucha, Nicanor la ponía donde hay que ponerla para que caiga en sentido figurado.
Al hermano -un poco más a secas- de todo lo que hay en la viña del Señor en materia de Parras. Venga un abrazo de la tribu, empezando por el tío Roberto, el de las Cuecas Choras. Venga un abrazo de la tribu. Al Premio, bueno, Nobel de pasado mañana o de ahora mismo: un coup de des jamais n'abolira l'azar, que nunca se sepa.
Al profesor, otra vez, de mecánica racional o de literatura e iliteratura. De los que enseñan menos con la labia inútil que con el dedo visionario, el punto de intersección de todas las dificultades, más difícil de ver que el ojo de la papa (los dedicantes, piticiegos, se miran sin verse unos a otros. Y luego, helos ahí: ¡Videntes!).
Al único poeta popular chileno hiperculto, como si dijéramos el Góngora de la Cueca Larga pasado por Quevedo y hervido en el caldo del humor negro, sin que se cueza ni se queme: El dedicado goza de una excelente salud un sí es no es verde (Los dedicantes ven pasar lolas y más lolas, por el aire, entre Conchalí, Isla Negra y la Reina, los puntos cardinales del aludido.
Al inventor o reinventor que siempre excede por todos lados a sus inventos. Piénsese, por ejemplo, en la poesía ecológica que enseña Parra en la Escuela de Ingeniería, en verso libre. Los dedicantes se forman en escuadrón. Atención, firrmée. De frente, marr Y parrten en todas dirrecciones.
Se dedican a sí mismos (como que les resbala esta dedicatoria que les dedico con la mayor empatía) las susodichas tarjetas, sus coautores y/o más bien ilustradores -algunos más que otros- los bien pintados artistas chilenos a cuya dedicación débese el parto de esta caja de visiones postales fotografiadas, pintadas, dibujadas, timbradas, rasguñadas o deyectadas en blanco y negro y según las precisas e imperiosas instrucciones de nuestra simpatiquísima amiga y dueña de la Galería Época, Lily Lanz, que tuvo la reidea de la caja. A nuestros artistas, por orden alfabético (el único posible y el que debiera ser Supremo):
febrero, 1983
de Chistes paRRa desorientar a la poesía/poesía (pliego en caja con postales; textos de Nicanor Parra y gráfica de diveros artistas plásticos chilenos), Santiago, Galería Época, 1983.
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miércoles, 31 de julio de 2013
A LA MANERA DEL SEÑOR CORALES Por Enrique Lihn
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